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sábado, 11 de julio de 2015

ALGUNOS ENTREGAN A LA SOCIEDAD POR NADA

Algunas veces investigamos como es la realidad de las economías en el primer mundo.
Los que escribimos u opinamos en este medio a través de comentarios, o notas, creemos que algo está pasando y más aún cuando se habla de un primer mundo. Como si existiera otra tierra diferente a la que conocemos o en la cual vivimos.
No hace mucho, tuvimos la oportunidad de visitar diferentes naciones, cada una de las mismas, con sus características, económicas, medio-ambientales, culturales, sociales.
Los números cambiaban, pero la realidad para el común de la gente, nosotros, los vecinos, los trabajadores, era la misma. Nos dábamos cuenta que una era la imagen del gobierno y otra era la realidad de cada ciudadano. No descubrimos nada nuevo, el común denominador siempre ha sido que los poderes políticos no son tales, en las diferentes naciones y que los servidores públicos no son títeres del pueblo, muy por el contrario son títeres de la economía corporizada de unos pocos, por lo tanto, los políticos hacen leyes, ordenadas por los intereses económicos de grandes capitalistas. Y obviamente para favorecer el máximo retorno para los bolsillos de los corruptos, los cuales son soportados por multinacionales, que ejerce una suerte de monopolio encubierto.
Quisiéramos escribir muchas cosas al respecto y que responden a la explotación de los trabajadores, la contaminación y el abuso que ejercen los depredadores económicos, pero creemos que este video resume casi todo, lo que los vecinos necesitamos saber y conocer, que no todo es como lo dice la propaganda de una empresa multinacional.
Hoy le presentamos la Marabunta de los Estados Unidos, una suerte de empresa que solo beneficia a sus accionistas o dueños, sin importar la realidad de sus empleados.
El CEO de la misma, habla de Wal Mart, como si tratara de Disneylandia, pero la verdad está muy lejos.
Cuando escuchamos las voces de los decepcionados extrabajdores de una corporación explotadora de la clase obrera, nos damos cuenta tarde que nos hemos equivocado una vez más al abrir una vez más las puerta de nuestro hogar a la ruina social, con el sueño que es para nuestro bien.
El precio de un supuesto bienestar es la dependencia, pobreza y explotación.
El costo de la ciudad es que todos los negocios no pueden competir con aquellos que negocian a espaldas del pueblo a cambio de 30 monedas de plata.
Mustapic Federico Antonio