SI FUERA TAN FÁCIL TODO EL MUNDO LO HARÍA
Buscamos la solución a nuestros problemas de convivencia, en personas que cumplen ciertos reglamentos, los cuales son parte de un coliseo romano, llamado poder judicial.
El pueblo iba al circo de Roma para ver un espectáculo dantesco, los bárbaros eran ajusticiados, los cristianos torturados, los gladiadores buscaban el favor del pulgar del César, pero en ocasiones y no siempre el emperador, atendía las súplicas del pueblo, buscando congraciarse con el mismo.
No nos sentimos ni más ni menos que seres humanos, pero hemos cometido una terrible equivocación, la de entregar nuestra vidas a un poder que en algunas ocasiones se ha vuelto insensible a las verdades palmarias de los indefensos, que son juzgados conforme a ciertos ritos casi prosaicos.
Los países acuerdan tratados internacionales, se legislan leyes en función de dichos acuerdos, pero los jueces que deberían sentar jurisprudencia, no hacen ni más ni menos que el resto de los colegas. Todo se vuelve en una suerte de complicidad.
Miles de veces sería mejor una mediación y evitar acudir a los abogados o a los estrados judiciales buscando una imparcialidad, que destruirá la vida del que la busca con pasión y desesperación en la justicia humana.
Hemos conocido casos que no se pueden entender humanamente, hombres que cometieron el pecado de alejarse de su familia, y por perder un juicio de alimentos, deben proveer el sostén y dar cumplimiento al fallo. Pero el caso del o los progenitores es que les cuesta más, de lo que como trabajadores, pueden obtener con un trabajo a destajo. Sí, apenas les alcanza para vivir, después de pasarle la cuota alimentaría a su expareja.
Otro caso una familia que recibe una tierra en zona de frontera sin título, se construye un hogar y por una quiebra le quieren rematar la vivienda sin título, donde mas de 10 años antes de un concurso del padre de la familia vivía con sus hijos. Les estoy hablando de un caso emblemático en la Argentina, donde se considera más importante el derecho de los acreedores de una quiebra que el derechos de los niños a una vivienda sobre una tierra que le pertenece a “LOS ESTADOS PARTES”.
Los Argentinos penosamente escuchamos a nuestra presidenta que dice: “ ... Y MÁS DERECHOS”, pero el común de la gente, los que buscamos una solución a nuestro problemas, solo encontramos “MÁS PROBLEMAS QUE SOLUCIONES”.
Los Jueces no agiornan sus fallos a las nuevas leyes y doctrinas acordadas ante estrados y firmas de pactos internacionales.
Otro caso son las comunidades de los pueblos originarios en la Patagonia Argentina, los cuales después de un tedioso proceso de 10 años ante estrados judiciales provinciales y nacionales, por contaminación de las aguas para sus subsistencias, debieron acudir a estrados internacionales como medida extrema para reencauzar un proceso corrompido desde el inicio de sus justos reclamos.
¡ Pero claro y lástima! que en ese período muchos niños ya murieron por causa del cáncer provocado por la contaminación ambiental o están en franco proceso de aniquilación.
Todo en la Argentina está bien ordenado, legislado, organizado en los papeles, pero aún no comprendemos porque los abogados o jueces retuercen las causas para que los culpables no sean condenados y los inocentes sean los responsables.
Así concluimos que las mujeres violadas son las responsables por provocar a los hombres. Los ahorristas por depositar sus ahorros en los bancos. Los padres por procrear. Los socios por confiar en terceros que consideran íntegros. El país es el culpable de la miseria, provocado por un plan económico de un poder político corrupto. El muerto es responsable del accidente porque se cruzó en el trayecto de una camioneta que circulaba a más de 100 km por hora con un conductor ebrio al volante, cuya alcoholemia le dio cero después de dos días de buscarlo para efectuársela. Y así los casos se siguen sumando.
Ante hechos como estos es que todos nos preguntamos: ¿existe alguna solución ante la injusticia que ministran los estrados judiciales?. La respuesta es contundente. ¡Sí, claro! cambiemos el rumbo de nuestra ciudad, nación, enseñando que de todo lo que se haga rendiremos cuenta, pero ante un Trono Supremo.
La voz de la conciencia no se calla. A todo ser que procedió incorrectamente, hasta el día de su muerte, su espíritu le reclamará lo mal habido o hecho, no lo dejará en paz.
El secreto es restituir al agraviado. Pedir perdón al ofendido. Ayudar al necesitado. Socorrer al desprotegido. Alimentar al hambriento...
Si queremos tener paz debemos buscar que Dios esté de nuestro lado. Y si lo logramos entonces se cumplirá en nuestras vidas lo que está escrito hace miles de años: El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a DIOS tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Mustapic Federico Antonio.
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