LA RAZÓN DE LA RECUPERACIÓN DE UNA NACIÓN DEPENDE DE SU PUEBLO
Una vez más la inflación de la Argentina ante falta de ideas
superadoras del equipo del Ministerio de Economía ha sumido a una de las
naciones más ricas de la tierra en una crisis que la vuelve a pagar la
clase asalariada, algunos comerciantes e industriales.
Claro que todos los pagos de la deuda externa los paga el pueblo y no la corrupción.
Mantener
una estructura política, para mantener un poder nepótico tiene un alto
costo para la sociedad Argentina, como no se logra el equilibrio
económico y fiscal, se procede a la emisión monetaria descontrolada, lo
cual deja a la economía huérfana, sin posibilidades de un genuino
crecimiento y fortalecimiento
Como
consecuencia, de la falta de proyección y rumbo del plan económico, se
generaran directa o indirectamente conflictos de todo tipo desde los
sociales, familiares, educativos, laborales, para luego desencadenar
enfermedades modernas, producto del stress, los cuales a su vez conciben
efectos demoledores en el seno familiar en forma traumática de la
post-crisis.
Ante esta realidad debe existir una
alternativa. ¡Por supuesto que la hay! Pero debe existir un concepto de
unidad, cohesión social..
Como
un corolario ilustrativo, un de las crisis financieras que azotó al
sudeste asiático en 1997, tuvo dos ejemplos extremos de la forma de como
enfrentar el problema coyuntural ante las mismas.
En
Corea se tendieron grandes redes de ayuda para los más damnificados por
la crisis, abriendo cuentas bancarias para donaciones masivas. Se dice
que se vio a muchísimas personas ricas donar sus joyas para ayudar a los
perjudicados.
Con
un pueblo fuertemente unido, la economía de este país llegó a crecer
más del 10% apenas doce meses después del estallido de la crisis y
devaluación de la moneda. Después de 10 años el resultado fue
sorprendente a pesar de una ralentización profunda inicial y de
numerosas bancarrotas corporativas, Corea del Sur ha logrado triplicar
su renta per cápita en términos de dólares desde 1997. De hecho,
reasumió su rol como la economía de más rápido crecimiento del mundo.
Desde 1960, su Producto Interno Bruto per cápita se ha incrementado de
$80 en términos nominales a más de $21000 en el 2007.
Mientras
que en Indonesia, un país muy dividido y solamente unido por un
dictador, debilitándose, se sumergió en una guerra civil que todavía
mantiene en vilo a su población. Muchos años después, aún no existe
suficiente estabilidad política como para augurar un futuro promisorio.
Aunque el mercado indonesio se está recuperando con una locomotora
llamada China.
La
pregunta final es: ¿Los que vivimos aquí en Argentina, estaremos
preparados para el cambio dejando de lado la camiseta del Partido
Político, regalando y relegando así nuestro futuro en manos de los
corruptos de siempre? o ¿daremos muestra de nuestra civilidad en las
próximas decisiones abandonando todo modelo, encuesta de por medio
tendencioso, al mejor postor y comprador de la misma?.
Una pregunta surge ante una nueva y eventual devaluación de la moneda Argentina espontáneamente: ¿La sociedad Hipotecará o arruinará la vida de sus hijos, sucesores, apoyando a aquellos que durante decadas han jugado al ajedrez, con la misma jugada del enroque político?.
Animémonos a revolucionar nuestra manera de pensar antes de elegir o apuntalar una fórmula presidencial. ¡Razonemos!... una promesa, un plancito (Plan de ayuda social), un paliativo, una panacea o pavada momentánea, no es la solución de fondo que precisamos.
En realidad el poder ejecutivo ante la realidad de su fracaso, debería demostrar una nueva conducta, siendo ahorrativa, austera, aunque cueste el descontento de los acomodados.
Lamentablemente siempre ha sucedido que ellos en medio de la crisis se han aumentado sus sueldos a los niveles de sus necesidades o gastos.
No han dejado de acomodar a su entorno, el cual no posee el conocimiento cabal para desenvolverse en el puesto asignado y que arrastra más aún como un lastre al fondo de un abismo la suerte de la economía de una sociedad trabajadora y no zángana como el poder político
Nos preguntamos: ¿No tenemos derecho a elegir, buscar, conectarnos con gente honrada, que nos respete y ayude a vivir bien? Gente honrada que se preocupa por la gente.
Mustapic Federico Antonio
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