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lunes, 3 de agosto de 2009

Recuerde que hablando se entiende la gente, entonces hable.


Buenos Vecinos :...

La vida en sociedad tiene su lado oscuro: nos impone convivencias que no elegimos, pero debemos soportar con estoicismo y buena educación. Sea en el trabajo, en la escuela, en los lugares de esparcimiento o en la casa de al lado, siempre habrá alguien cuya actitud nos irrite, nos saque de quicio o nos despierte instintos homicidas, en ese orden creciente.

¿Qué hacer con los vecinos, cuando molestan? Ante todo, practique la templanza y fortalezca su autodominio. Ama a tu prójimo como a ti mismo: repítalo diez veces con el desayuno, veinte con el almuerzo y cincuenta con la cena, mientras su vecino de la derecha poda el ligustro y tira impunemente las ramitas hacia su jardín (el de usted); mientras su vecinito adolescente de la izquierda pone la música a todo volumen a las tres de la tarde o a las cuatro de la mañana; mientras el perro de otro vecino entra a su jardín (el de usted) y se revuelca alegremente sobre el cantero de petunias; mientras su vecino de enfrente estaciona el auto bajo el arbolito de su vereda (la de usted) todos los días, obstruyéndole la entrada a la cochera.

Si no consigue dominarse, recuerde que hablando se entiende la gente, y hable. Explíquele dulcemente a su vecino que su actitud le molesta, hágale comprender que no puede andar por la vida haciendo lo que se le dá la gana porque “sus derechos terminan donde empiezan los de los demás”. Seguramente él le contestará que cómo no, que su derecho (el de usted) a descansar termina donde empieza el derecho de él a hacer bochinche; que su derecho (el de usted) a tener petunias saludables termina donde empieza el derecho de su perro (el de él) a descargar energías; y así hasta el infinito.

Lo del derecho ajeno no va con cierta gente. Busque otro método. Tal vez pueda darle un poco de su misma medicina, pero esto rara vez funciona porque la gente molesta suele ser vengativa. Si usted pone música fuerte, él la pondrá más fuerte. Si usted le tira basura al jardín, él le tirará el doble. Si usted le pega un tiro, él le pegará dos. Definitivamente, la lucha cuerpo a cuerpo no lo beneficiará, y corre el riesgo de salir lastimado.

Sea cual fuera la magnitud del enfrentamiento, no espere apoyo de la justicia ni de la policía. Ellos están “para cosas más importantes” y se ríen de los conflictos entre vecinos, salvo que corra sangre. Si usted va a denunciar que le quemaron todas las plantas con ácido muriático, que lo apedrearon cuando pretendía salir de su casa o que le envenenaron al perro, le pedirán que lleve testigos. No se moleste en acarrear hasta la comisaría las plantas quemadas, las piedras o el perro muerto: las pruebas del delito no le sirven, sin testigos. Lo único que harán será tomarle la denuncia, que probablemente termine hecha un bollo en un cesto de basura; a lo sumo citarán al agresor, que negará todo con su mejor cara de nada o lo acusará a usted de infamias aberrantes para justificar su proceder.

Cuando sus ganas de convertirse en Rambo y matar al enemigo estén a punto de enceguecerlo, pare, piense y calcule. Ese vecino molesto puede llegar a ser la única persona que lo ayude cuando tenga un percance en su casa y necesite un teléfono que funcione, o un auto para salir corriendo hasta el hospital más cercano. Y viceversa, porque usted haría lo mismo. Esto lo he visto con mis propios ojos: en una urgencia, lo más probable es que los rencores se olviden y salga a flote la solidaridad, esa que todos llevamos dentro como un instinto.

Por eso, ante las primeras hostilidades no deje que la cosa pase a mayores: mire a su pobre vecino con benevolencia, disculpe sus malos modos, trate de ser amistoso y de ganarse su confianza. Pruebe a domesticar a la bestia que hay en él, ya que no puede hacer entrar en razón su parte humana. Tal vez con una broma, un frasquito de dulce casero alcanzado por sobre la tapia o un elogio al bien podado ligustro consiga firmar una paz llevadera, aunque no sea tan perfecta como usted pretende. Que le vamos a hacer, no se puede tener todo en esta vida…

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