EL TURISTA SIN BRAZOS
Hace un par de días recibía en la ciudad de Ushuaia a un turista Francés sin brazos, no quise preguntarle su nombre, para que no se sintiera incomodo, procure ignorar su defecto, pero por más que me esforzaba más difícil se me hacía.
Mi mente no dejaba por un instante de pensar en preguntas automáticas y armadas por esa imagen de un ser humano sin brazos: ¿como nació?, ¿Quiénes fueron sus padres?, ¿alguien de sus antepasados tuvo alguna enfermedad?, ¿seguramente por algún accidente perdió las extremidades superiores? o puede ser que por esas cosas que el hombre inventó, remedios, contaminación o lo que sea le quitó la posibilidad de movilizarse o desenvolverse en forma normal como lo hacemos nosotros.
Lo fantástico es ver que a pesar de todo ese aparente dolor personal, el estaba bien, estaba casado, su mujer lo acompañaba a todas partes, el era feliz y nadie se atrevía a preguntarle, por respeto.
No tenía manos pero hacía todo como si las tuviera.
Esta imagen me hizo reflexionar en nuestro entorno inmediato de la Ushuaia con las veredas del centro destruidas, casi intransitables, minusválidos que deben desplazarse por nuestras calles, porque las veredas no son aptas para nuestros ciegos, paralíticos, o aquellos que necesitan desplazarse en sillas de ruedas. Sí, realmente Ushuaia, con sus políticas, discrimina y no quiere a su pueblo, turístas, gente anciana con capacidades diferentes.
Pero por un instante también pense: SI NUESTROS POLÍTICOS TIENEN TODOS LOS SENTIDOS, CAPACIDADES, COMO MOVILIDADES, APENAS HACEN, ¿QUE PODRÍAN HACER SI POR UN INSTANTE NADA DE ESO TUVIERAN?.
CONCLUYO: SEGURAMENTE NADA. Y DE ESTA HIPÓTESIS DEMUESTRO
Les dejo una historia de alguien que nos demuestra lo que se puede hacer a pesar de:
Camino por una plaza muy concurrida de una gran ciudad, no importa cuál. Esa mañana he quedado con una amiga a la que he acompañado a realizar unos trámites burocráticos. Todo más o menos en orden. Vamos en dirección a una bonita cafetería con un mirador desde el que se puede divisar todo el casco antiguo. Entonces algo llama mi atención: alguien hace ruido a mi izquierda. Giro la cabeza: un hombre en camiseta de mangas pide limosna. Es trágico, pero habitual. Lo grave es que no tiene brazos y sujeta un vaso de plástico con la boca. En el vaso hay monedas que mueve frenéticamente. Balbucea algo: probablemente algo repetitivo y sin sentido para él. Se me quitan las ganas de muchas cosas. Al instante se le cae una moneda al suelo que consigue atrapar con un pie, pero nadie, a pesar de que todos lo hemos visto, se acerca para agacharse y recoger esa moneda por él. ¡Nadie! Sigo caminando y dejo a ese hombre atrás, pero me persigue su imagen en mi recuerdo. No se puede imaginar el dolor de esa persona. ¿Habrá una madre en el Cielo que llore por su hijo? ¿O ni siquiera eso? Dejé a ese hombre atrás y no me acerqué hasta él para recoger su moneda ni para mirarlo un instante a los ojos. Otro más digno lo hará, pero no deja de roerme en la conciencia ese ruido de las monedas y la certeza que el sufrimiento es, tal vez, la única realidad de este mundo. Otro día deberemos pedir explicaciones a todos los responsables que permiten este tipo de atrocidades. ¿Es que nadie va a cambiar nunca nada ? Ahora recuerdo que a Cristo lo crucificaron como advertencia: "Mirad lo que somos capaces de hacerle al Hijo de Dios. Imaginad qué no os haremos a vosotros". Esos tipos malos... qué ganas les tengo.
Amplío las líneas de esta entrada con la incorporación de un enlace que me pareció conmovedor. Ojito con la industria farmacéutica: http://es.catholic.net/sacerdotes/202/482/articulo.php?id=29756 Y, bueno, claro: el vídeo en Youtube de Tony Meléndez con Juan Pablo II: http://www.youtube.com/watch?v=klvsmXColzQ Siempre hay esperanza para muchos. Ojalá la haya para todos algún día. El factor humano es importante, pero yo investigaría más la línea científica: qué caray, ¿acaso algo más humano también que el adelanto del saber y de la ciencia? A ver si nuestros políticos se dejan de escrúpulos seudomorales y permiten la investigación con células madre. Si el milagro está "en levantar la mano", ¡qué milagro no será darle una a quien nunca la tuvo!
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