NO TODOS LOS DÍAS, SON: "UN DÍA DE PERROS"
Imagino, que lo que voy a contar es algo que ocurre a menudo y que hay quien lo ve tan normal que quizá no tenga mucha importancia, pero creo que ya es hora de que alguien tome cartas en el asunto. Me refiero a los perros que son paseados por sus dueños sin cadena, provocando en ocasiones situaciones muy molestas y dolorosas para los vecinos.
Esta es una historia de las tantas del mundo animal:
Un día común como tantos, una niña regresaba de jugar con su muñeca, en la casa de su amiga. Como siempre iba por una de las calles centrales del Barrio Malvinas , Ushuaia. Cuando una bestia peluda --y lo digo consciente de toda la carga peyorativa que tiene la palabra-- se abalanzó sobre la criatura ladrando, como un descosido y mordiéndola, lo cual disparo la alarma canino-vecinal provocando una ataque desenfrenado de bestias salvajes mal educadas y sueltas para divertirse, hiriendo a la niña, hasta casi matarla. ¿La causa del hecho?: incumplimiento a las normas más elementales de convivencia entre vecinos y los dueños de los animales, que no se como catalogarlos, porque parecen seres de otro planeta, sin sentidos, ni humanidad.
¿Dónde quedo el derecho de una niña para caminar con total libertad por su barrio?.
Tras el susto sangriento, inicial me paré y vociferé un innumerable rosario de oraciones, por estas cosas que nos indignan
Otro caso :
He buscado al dueño, porque el perro no llevaba cadena, pero sí un jersey --muy piola, por cierto--.
El caso es que el propietario del transporte de pulgas, estaba unos pasos más atrás haciéndose el distraído, como si nada pasara.
Esforzándome para que mis palabras no pareciesen fruto de la ofuscación, que lo eran, me dirigí al dueño de la bestia y le espeté la importancia de llevarlo amordazado y atado. No por mí, pensaba, que después del susto, sé que no me va a hacer nada.
¿Pero que sucedería si se cruza con algún niño? Al que sí pueda asustar, para que más tarde provoque el enfado del padre del párvulo.
A lo que el insensible, irrazonable vecino respondió: "No, si no hace nada, es que está muy contento de salir a la calle".
Al tiempo, ante el cruce anterior de palabras, otro transeúnte casi pierde el equilibrio, tras el salto que tuvo que dar, provocado por el mastín, el cual se abalanzó, ladrándole a los pies del distraido vecino.
Al final la bestia siguió su paseo, con su dueño y sin cadena, ninguno de los dos.
Reconozco que escribo aún preso de la indignación. Pero al margen de lo obvio que es hoy en día que un perro no debe ir suelto por la calle, o que no debe dejar sus excrementos repartidos por la vereda comunal, es una pena que con estas actitudes, algunos dueños de perros contribuyan a crear una mala imagen de la mayoría de los propietarios de los pulguientos. O que muchos niños, y tengo ejemplos cercanos, le tomen miedo a estos animales cuando, "porque se alegran", se abalanzan sobre ellos ladrando, mientras sus dueños ponen cara de póker.
Mustapic Federico Antonio
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