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jueves, 12 de agosto de 2010

Un haz de luz puede cambiar la vida de toda una nación.

Hace muchos años estudié en la facultad de ingeniería, los efectos del impacto de un fotón sobre una superficie semiconductora. Los resultados de este experimento son sorprendentes.
Al efecto anteriormente comentado, solo les puedo explicar como para que tengan un conocimiento somero, que se lo denomina: “Efecto Compton convencional”, y en el mismo, los fotones, en un proceso de choque elástico, entregan una parte de su energía cinética o de movimiento, en un impacto contra los electrones del material semiconductor.
Basta que un fotón, que es la partícula material de la luz, impacte sobre un material especial para que traslade parte de su energía a un electrón, lo cual se traduce en la formación de energía útil para accionar o hacer funcionar algún mecanismo, aparato electrónico, mecánico o eléctrico.
Lo anteriormente expuesto en uno de los ejemplos, con referencia a las celdas fotovoltaicas, podemos decir que es un dispositivo electrónico que permite transformar la energía luminosa, que tienen los fotones, en energía eléctrica, la cual es absorbida por los electrones mediante el efecto fotoeléctrico, lo cual se traduce en energía eléctrica libre y disponible.
El principal uso de este tipo energía llamada fotovoltaica, es generar electricidad limpia, en forma no contaminante, reduciendo así las emisiones de CO2 y para ser usada por la red domiciliaria. Día a día esta adquiriendo mucho auge la generación de este tipo de energía.
Ahora cual es la aplicación para la vida diaria de un vecino, no es tan complicada y tiene que ver con la motivación.
Uno elije ser un corpúsculo que viaja y se mueve a la velocidad de la luz, para impactar sobre algo muerto, inerte en forma aparente, para que cobre vida por causa de nuestro movimiento alimentado, por una fantástica energía cinética.
Los vecinos que somos parte de la luz, imprimimos tal poder, fuerza, ardor a las cargas eléctricas negativas o electrones en un mundo materialista o semiconductor indiferente el cual nos rodea, que lo arrancamos de su estado de apatía para transformarlo en una forma de energía útil. Es cierto que nosotros perdemos parte de nuestra energía inicial, para ayudar a los demás, pero no importa porque pertenecemos a una fuente de poder infinito, lo cual nos mantendrá en permanente movimiento, para afectar nuestro medio y que nuestro entorno se vaya transformando en sistemas que sean útiles a nuestra sociedad.
Nosotros elegimos ser fotones, corpúsculos que viajan a la velocidad de la luz, los cuales pertenecen a la naturaleza de la luz o electrones, que son cargas negativas, que para moverse necesitan un impulso o desequilibro de su entorno. La opción es nuestra.
Federico Antonio Mustapic

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