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martes, 5 de octubre de 2010

Infancias destruidas.

Su Majestad, la Reina Rania Al Abdullah del Reino Hachemita de Jordania, Promotora Eminente de la Infancia de UNICEF, ha contribuido en un artículo de opinión en vísperas del Día del Niño Palestino, el 5 de abril de 2008.
AMMAN, Jordania, 8 de abril de 2008 - Ayman es un tímido niño de 14 años que vive en la ciudad de Jabalia, en Gaza. La familia de Ayman vive en la pobreza porque su padre no tiene trabajo desde Marzo de 2006. El padre y la madre de Ayman ya han vendido casi todos los muebles del hogar para poder comprar alimentos y pagar los gastos escolares de sus hijos. Hace poco tiempo, cuando fue a recoger unas raciones de alimentos que distribuía el Gobierno, el padre de Ayman tuvo que vender la leche que le habían entregado para poder pagarse el transporte de regreso a su casa.
Ayman trabaja muy duro en la escuela y sueña con seguir estudiando y hacer carrera. Sin embargo, Ayman asiste a una clase con 47 alumnos en un aula que se utiliza para dictar dos turnos diarios de clase. De manera que el ámbito escolar de Ayman es una fuente constante de tensión. El niño tampoco halla descanso en su hogar. La reciente incursión armada contra Jabalia llegó a apenas 200 metros de su casa. En esa ocasión, el estruendo de los tiroteos y bombardeos aterrorizó de tal manera a su hermana de cinco años de edad que la niña aún suele despertarse gritando en medio de la noche.
La experiencia de Ayman se repite a lo ancho y largo de los abigarrados vecindarios en ruinas de Gaza, donde los niños y niñas, que son los menos responsables de tan terrible situación, son quienes más la sufren. En realidad, Ayman es más afortunado que muchos de los 840.000 niños y niñas de Gaza, de los cuales 588.000 son refugiados.
Estudiantes de primer grado asisten a la escuela para chicos Omar Bin Abdul Aziz en Gaza, que no tiene calefacción y electricidad debido al bloqueo en el combustible.
Desde el mes pasado, cuando comenzó a recrudecer la violencia, 33 niños y niñas Palestinos han muerto y muchos más han resultado heridos o lesionados. Se trata de víctimas del fuego cruzado, niños y niñas que recibieron disparos en la salas de sus hogares, o que fueron alcanzados por las explosiones en patios o jardines. El 28 de Febrero, cuatro niños que jugaban al fútbol fueron alcanzados por un misil que los despedazó completamente, al punto que ni sus propias familias pudieron reconocerlos.
Atrapados en una prisión virtual
Ayman, sus hermanos y hermanas, al igual que todos los niños y niñas de Gaza pierden cada dia una parte de sus vidas. Se trata de la sofocación lenta y cruel de su espíritu y de sus sueños. En lugar de disfrutar de horizontes en expansión, se encuentran atrapados en una prisión virtual donde se despoja de todas las cosas a las que deberían tener derecho todos los niños. Pierden el derecho a jugar, el derecho a ir a la escuela y el derecho a recibir alimentacion suficiente. También se les quita el derecho a luz electrica para poder estudiar de noche y a sentirse seguros en sus hogares.
Sus tiernos hombros cargan con el peso de uno de los conflictos más prolongados del mundo. Un conflicto que les aplasta la niñez y les inflige heridas psicológicas que quizá nunca cicatricen.
Alguna vez, los Palestinos fueron conocidos como uno de los pueblos mejor educados de Oriente Medio. Pero hoy, tras muchos años de violencia, aislamiento y pobreza, sólo queda el recuerdo de esa orgullosa tradición de excelencia educacional. En los últimos cinco meses, casi 2.000 niños y niñas de Gaza han debido abandonar sus estudios. Los que aún asisten a clases deben compartir textos escolares en estado calamitoso y prescindir de recursos fundamentales para el estudio.
Los resultados de los exámenes semestrales de Enero 2008 en las escuelas de Gaza, realizados por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, indicaron que entre el 50% y el 60% de los examinados no aprobó las pruebas de matemáticas, y que un 40% no pasó el examen de Arabe, que es la lengua materna de los alumnos. A pesar de ello, Ayman no pierde las esperanzas. "Quiero ser una persona educada", dice. "Quiero ser ingeniero para construir mi país".
Los niños de la familia Shahre leen a luz de las velas en la oscuridad de su casa en la Ciudad de Gaza.
En el Día del Niño Palestino recordémosle al mundo que la crisis de Gaza es un desastre provocado por el hombre. Y que el mundo se haga cargo de que la situación es peor hoy que en cualquier otro momento desde el inicio de la ocupación. El 79% de las familias de Gaza vive en situación de pobreza, y 8 de cada 10 hogares dependen de asistencia alimentaria. Prácticamente la mitad de la fuerza laboral está desempleada y la industria local ha quedado paralizada. El funcionamiento de los sistemas de agua y saneamiento es cada vez mas deficiente y los desperdicios se acumulan en las calles.
Volver a una sensación de normalidad
UNICEF trabaja sin descanso para devolver a la niñez y la juventud de Gaza una sensación de normalidad. Una de las formas en que lo hace consiste en elaborar materiales de enseñanza remedial, para que los niños puedan mantenerse al día con sus estudios. También lleva a cabo programas deportivos y recreativos en las escuelas y colabora con las comunidades en la creación de espacios seguros donde los niños puedan ser niños.
UNICEF y sus aliados también colaboran para suministrar agua, servicios de higiene y materiales médicos a los hogares y establecimientos sanitarios. Con el apoyo de UNICEF, diversos equipos de orientación psicológica prestan servicio en la región, ayudando a los padres y niños Palestinos a hacer frente a las tensiones.
UNICEF hace todo lo que esta a su alcance para aliviar la situación de quienes han quedado atrapados en medio de la demencia que envuelve a Gaza, pero los únicos que pueden poner fin a la pesadilla son los dirigentes políticos. Llegó la hora de lograr un nuevo compromiso. Es necesario levantar el estado de sitio. Y ambos bandos deben poner fin a la matanza de civiles. Todos los niños y niñas, tanto los de un bando como los del otro, tienen derecho a crecer en paz. Y los dirigentes de ambas partes, con el apoyo de la comunidad internacional, deben sentar las bases de un diálogo honesto, ya que ése es el único camino viable hacia la paz duradera.
"Mis hijos son mi única esperanza", dice con calma el padre de Ayman. Los niños y niñas de Gaza son una débil luz en las tinieblas. Esos niños merecen la oportunidad de brillar en todo su esplendor.
Por Rania Al Abdullah

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