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martes, 23 de abril de 2013

NO HAY EXCUSAS PARA TOMAR DECISIONES SABIAS.

Muchos cuentos, chiste o historias populares nos recuerdan la permanente vulnerabilidad a la cual el ciudadano común está expuesto.
Pero aún los más instruidos suelen cometer errores u horrores de interpretación. Tal es así lo que les relato en esta oportunidad que bien vale la pena leer para luego sacar nuestras habituales lecciones de vida o conclusiones. Es la historia de un apóstol de la fe, (no importa la religión) que era muy conocido por su inquebrantable fe en un ser supremo, en sus convicciones. En una oportunidad su confianza en el más allá fue puesta a prueba. Relata la tradición que los lugareños veían un inusual movimiento frenético de las hormigas. Los que saben o conocen las costumbres de estos insectos, generalmente dicen: “que la hormiga trabaja acopiando para pasar el invierno o rompe su conducta habitual para un acontecimiento, como ser: una inundación”. Sea cual sea la razón, los baqueanos le avisaron al mensajero de la religión que debería tomar los recaudos para retirarse de su ermita e irse a algún lugar elevado para evitar la inundación que se avecinaba.

Ante las proclamas de estos expertos en los temas climáticos les decía que el tenía confianza que nada malo le sucedería. Paso el tiempo y efectivamente la lluvia empezó a caer, los arroyos, desbordaban y los ríos subían el nivel de sus aguas. Ante tal circunstancias la policía alertó a toda la población a preparse para una evacuación. Los servidores de la ley advirtieron al maestro de la fe que cejara en su actitud terca de no evacuar. El les decía que su templo se encontraba en un morro, por lo cual les respondía que ninguna tormenta inundará su residencia. A lo que agregaba por aquí “NO PASARÁ”. Las nubes de la tormenta estaban complotadas con la pequeña población. El caudal de agua ya estaba por encima de la media pluviométrica. Todo indicaba una inundación de grandes proporciones en ciernes. Defensa civil al darse cuenta que todo presagiaba un desastre de grande proporciones, ordena la evacuación de todos los habitantes. Y ordenó un operativo de advertencia y retiro de los más ancianos para el resguardo de la vida y la salud de los más vulnerables, entre ellos estaba el mensajero de las buenas ondas.
 Al visitar al paladín de la fe, le explicaron sobre los efectos del evento por venir, a lo cual con su habitual paciencia les respondió: el agua y sus corrientes por aquí “NO PASARÁN”.
Transcurrieron las horas, el agua se salió de su curso natural y empezó su carrera arrasando campos, chacras como viviendas particulares, todo comenzaba a sucumbir ante la arremetida de las aguas.
Lo peor de todo, el dique que hacía de barrera de contención también se rajo y cedió por consecuencia ante el embate extraordinario de la lluvia. Aguas abajo se desató lo impensable, un alud de fango y rocas taparon la ciudad, con santuario incluido, el desastre superó aun las más pesimistas predicciones. El sabio murió y fue al reino del más allá quejándose por la falta de una advertencia profética, en su diario meditar y devoción al ser supremo.
El consejo de sabios que rodeaban al Supremo en sabiduría, respondieron e interrogaron al maestro de la doctrina: ¿Has observado a las hormigas?, ¿Leíste las nubes en los cielos?¿Observaste la lluvia torrencial?¿ Escuchaste a los servidores públicos?¿Has contemplado la evacuación?...A lo que el ilustrado respondió: ¡SI! LO HE HECHO Y SIEMPRE LO HAGO. Respondió el Sabio de los sabios: SOLO UNA COSA TE FALTO, ACTUAR EN CONSONANCIA. Así nos suele suceder en nuestro diario vivir. Somos advertidos, nos llegan opiniones, amonestaciones de mil un maneras pero nosotros muchas veces no oímos, ni siquiera los susurros de la gente común, porque nosotros somos más inteligentes que ellos. ¡Si somos avisados! actuemos en consecuencia y NO TENGAMOS EXCUSAS PARA TOMAR DECISIONES SABIAS.
Mustapic Federico Antonio

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