Decime que no es cierto... Sr. /Sra. Juez/a,... Su excelencia,… ¿será Justicia?
Hace un tiempo leía lo que pasó en México, sobre una noticia donde varios vecinos profesantes de diversas congregaciones cristianas de varias comunidades en la franja de La Montaña han decidido desahogarse ante autoridades educativas del Estado de Guerrero, por amenazas que atentan contra los derechos humanos, la libertad de culto y los derechos de al menos una treintena de niños de la escuela primaria.
Guerrero es uno de los estados donde más se violan las garantías individuales de cristianos no católicos en el país anteriormente mensionado.
Por las razones arriba expuestas fueron expulsados de su comunidad al menos 10 familias de la comunidad de Chiepetlán, del municipio de Tlapa de Comonfort, por profesar una fe distinta a la correspondiente a la del país citado en el primer renglón.
Por la sola razón arriba enumerada los cristianos de dicha comunidad, debieron abandonar sus casas, luego de que en una junta, donde estuvieron presentes autoridades estatales y federales se acordó despojarlos de sus tierras pues no quisieron cooperar económicamente para las festividades religiosas locales, contrarias a su fé.
Luego de su destierro, los evangélicos fueron amenazados de muerte, si es que regresaban a su pueblo.
En esa ocasión también los niños tuvieron que abandonar sus estudios debido a la expulsión.
Hasta la fecha, ninguna autoridad federal, local, o municipal han hecho nada para apoyar a estas familias y garantizar la libertad de culto que consagra a los ciudadanos en la Constitución Política Mexicana.
Pero esta presentación fue más allá me causó dolor, por ver los rostros y el dolor de aquellos, LOS NIÑOS, a los cuales se le vulneran en forma sistemática sus derechos en todas parte del mundo y se llenan la boca que LOS NIÑOS SON LOS PRIVILEGIADOS o cualquier sarta de mentiras muy bien presentadas ante los medios, pero la realidad está lejos de los derechos que le asisten por los tratados internacionales, en esa hermosa carta de intención, aberrantemente llamada los DERECHOS HUMANOS.
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