Recuperando los valores perdidos después de un terremoto.
Vivo en Ushuaia hace muchos años, aquí a las personas de mi edad en función de los años de residencia, se los suele llamar viejos pobladores.
Y como viejo poblador, hoy les comparto el paraíso perdido de Ushuaia: Cuando vine por primera vez a este y en aquel entonces pueblito de no más de 5000 habitantes era un paraíso perdido, un lugar donde cada vecino conocía vida y obra de su próximo.
Era una comunidad solidaria, nos ayudábamos, nos prestábamos, nos dolíamos de la desgracia ajena, pero también reíamos de las ocurrencias de los viejos pobladores.
Alguna de las bromas de los paisanos de aquel entonces, a algunos de los iluminados recién llegados, los cuales consideraban como bárbaros, neandertales, incultos a los viejos pobladores, fueron muy conocidas. Algunas de ellas eran de lo más fantásticas cuando se hablaba del frío de aquel entonces. Como ejemplo un paisano recordaba a los novatos de estos parajes, del cuidado que se debía tener en invierno porque hacía tanto fresco, que cuando alguien trataba de encender el hogar a leña, arrimaba la llama de un mechero y la misma no podía poner arder la leña, por cuanto el aire extremadamente frío la había congelado, ¡esos eran fríos!.
Pero ahora vuelvo a la hospitalidad, la solidaridad, todo se perdió por cuanto ingreso la burguesía, la opulencia, de aquellos que ostentan el poder delegado por el pueblo y con ellos, las modas, drogas, violaciones. Nada de eso molestaría si se mantuvieran los códigos, la moral, pero lastimosamente estas basuras afectaron a nuestra sociedad.
El poder dejó su lugar a la inmundicia, superando las animaladas de cualquier especie que pulula por una tierra bendita.
Todo se degeneró, nada bueno quedo de aquel entonce solo los recuerdos.
Lo peor de todo lo hermoso de aquel entonces fue corrompiendo, clonando a los viejos pobladores con las idioteces importadas, por estos insensibles servidores públicos, adoctrinados por todo estratagema cargado de un extremo egoísmo.
Ante tal cuadro caótico uno se pregunta: si un pueblo podrido en sus bases, ¿puede recuperarse?. Nada mejor que el ejemplo del Terremoto de Haítí sí hay una solución, hacer tabla rasa y empezar a reconstruir pero sobre buenas bases con estructuras acordes a las futuras tempestades naturales o humanas.
Empecemos de nuevo, buscando la solidaridad perdida, los valores puros, y fundamentalmente socorramos y ayudemos a nuestro próximo.
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