PARA TODO AQUEL QUE CREE EN SU PORVENIR
Hace mucho compartíamos lo descarriado de la justicia humana, cuando
la incoherente conducta de un Juez manifestaba un incompresible
maltrato o mala praxis, al ocultar las verdades palmarias
de un niño, por ignorar sus derechos, al no invocar o adjuntar a las
imperfecciones del proceso, las leyes que conforme a derecho le
asistían. Recapacitaba sobre el hecho del ¿como podía ser posible que
esas leyes no fuesen consideradas o esgrimidas en el caso?. Las
mismas tenían tal peso notorio, que el magistrado era corresponsable
de una conjunto de tergiversaciones procesales, profesionales
conjuntamente con la defensa, por incumplir con su obligación de
magistrado, rayando así lo condenable por su actitud.
Y aunque
parezca "raro", es más fácil probar la mala praxis de un abogado que
de un médico por ejemplo, ya que todas las constancias de la mala
praxis del primero surgen de las constancias del expediente (si no se
cumplió un plazo, si la acción se dejo prescribir, si no se impulso
el proceso de forma correcta, etc.). Un caso de un juez: http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=6342&idArt=5098547
Muchas
leyes de la vida, de la naturaleza nos pueden ser útiles para
defender nuestra existencia o causa, luego de meditar sobre esta
verdad medité por un instante que me pareció una eternidad, luego me
pregunté: ¿Los letrados saben que su futuro, su vida pende de un
hilo?. No son dioses, son simples mortales, a los cuales solo se les
pide: administrar justicia en forma imparcial, pero con
responsabilidad a su honorabilidad y conocimiento de todas las armas
para blandir la espada de la justicia.
Luego de tratar de
hilvanar un par de ideas, automáticamente me surgió una frase de un
libro centenario, donde se encuentra la compulsa entre un Juez Justo y
los administradores o pasantes de la justicia humana, allí está
plasmada un conjunto de frases que nos confronta como seres humanos,
con la verdad de nuestro diario vivir. Las
comparto y parafraseo: ¿Ya desataste las ligaduras impías, que
azotan al alma de todo ser humano?, ¿liberaste al pobre errante de su
injusta y pesada carga?, ¿dejaste libre a los oprimidos?, ¿rompiste
todo pacto espurio que mantiene esclava a toda una nación?.
Se
que puede ser muy tedioso lo que estoy escribiendo, pero íntimamente
está relacionado con nuestra posibilidad de éxito en la vida. No
podemos realizar nuestros sueños si nuestro país, con sus diversos
poderes ejecutivo, legislativo o judicial conspira contra toda una
nación.
Podemos hablar de mil un casos donde se ha vulnerado,
violado sistemáticamente la posibilidad para el éxito de los
habitantes más débiles.
Pero
yo personalmente te animo, para que no cedas en tu sueño. Es posible
que se levante un viento contrario a tu voluntad, es posible que la
justicia quiera impedir tu felicidad, pero tú eres más poderoso.
Cuando escribo estos pocos renglones me viene a la memoria varias
imágenes de emprendedores que han roto con todas las leyes de la
imposibilidad, los hermanos Wright volaron contra todo pronóstico,
Gandhi pudo independizar a la India de un imperio poderoso y
colonialista, Wilma Rudolph, “La Gacela Negra”, mujer semiparalítica ganó tres medallas de oro en los juegos olímpicos de Roma,
un hombre con cáncer cerebral se sanó, porque decidió consumir su
cerebro escribiendo un libro. James Walter Braddock (La película El
Luchador, interpretada por Russell Crown es un resumen sobre la vida
de Braddock) el ceniciento del boxeo logró el título mundial, salvando
a su hogar de la ruina.
Personalmente
he tenido éxito en todo lo que me he propuesto y aún mis sueños no
se han terminado, sigo soñando a lo grande, pienso en grande y creo
que cosas que ojo no vio, ni oído oyó sucederán sobre mi vida, tu
vida, si tan solo lo creemos aunque no lo veamos.
El secreto es
proclamar nuestro sueño y compartirlo con nuestros semejantes a los
cuatro vientos. Soltemos nuestras amarras y despleguemos nuestro
velamen. Ya es tiempo de navegar sobre el océano infinito de
oportunidades, PARA TODO AQUEL QUE CREE EN SU PORVENIR.
Mustapic Federico Antonio
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