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martes, 5 de enero de 2010

Solo el Plan C, de la Cucaracha, nos salvará

Vivir en convivencia con nuestros vecinos en sociedad es todo un desafío a nuestra paciencia, como seres civilizados nos obliga a cambiar nuestras costumbres trogloditas heredadas y refinarlas a la máxima expresión de una suerte evolutiva clonada con Lassie, Flipper, La Mona Chita y un poco de humanidad.
Hoy día nuestros vecinos nos imponen asemejar nuestra conducta a la especie que mejor se adapto a los cataclismos, la cucaracha, salir de noche, comer basura, no pelear, solo reproducirnos. Estos hechos no nos impone acuerdos con nuestros vecinos y menos con nuestros servidores públicos.
Usted escucha que en medio de una crisis económica los primeros que buscan zafar son los políticos, ellos se aumentan los sueldos, las dietas. Y su sueldo, mi querido vecino, desfasado del convoy de un país, va como furgón de cola, a usted le tocará el aumento cuando ellos dejen de tener el poder o control sobre los sindicatos.
La realidad es que por culpa de estas sutilezas, aumentos del aparato zangánico de nuestra democracia, usted se da cuenta que la inflación a usted lo devora por causa de las fiestas de los bonos que a fin de año o principio del año entrante nos tienen acostumbrados.
Entonces mirando mi ciudad, la comprendo, me doy cuenta que para aguantar muchas conductas inadaptadas o fuera de lugar, nos obliga al ejercicio de la tolerancia y un toque de distinción.
Es que son tantas las cantidades de problemas que a diario experimentamos, con los acostumbrados comportamientos de inadaptados sociales, que despierta en nosotros los más profundos instintos de seres no evolucionados.
¿Qué podemos hacer como vecinos, ante las conductas del Dengue Vecinal? Muy simple tome un repelente en lo posible de marca reconocida como el OFF, con mucha tranquilidad procuraremos aplicarlo sobre nuestro cuerpo masajeándolo, en una atmosfera de paz. Debemos mantrar diciendo: “todo pasará”. Tomemos sol en lo posible sin los rayos ultravioletas de nuestra ciudad. Luego, perdonemos las conductas de nuestros vecinos y llenémonos de armonía con el universo que nos rodea.
Nuestra realidad debe ser una mezcla, con la película Madagascar y un final feliz.
Además mientras desayunamos, tratemos en lo posible de no recordar cosas negativas,
aunque se haya enterado que un legislador se aumento la dieta, o que le aumentaron los impuestos porque el presupuesto con la coparticipación no alcanza para pagar los sueldos a todos los acomodados de las gestiones políticas. Mientras tomamos nuestra taza de café no nos preocupemos que nuestro vecino político se compró una nueva Jeep Cherokee o Toyota Hilux alta gama. No recordemos tampoco que mientras nosotros por nueve horas de trabajo ganamos menos que aquellos de la administración pública de 7 horas de trabajo, tampoco se ponga mal cuando arbitrariamente los vecinos destruyen el bosque mientras usted llora por una lenga que murió en su jardín, tampoco recuerde que a un vecino suyo le gusta la música clásica y se la pone a todo volumen a las 2 de la mañana; mientras un perro marca Karas – Gapul de otro vecino ingresó a su jardín hizo de lo suyo y como si fuera poco procreó con su perra de pedigree…
Se me terminó el plan A, el B, solo me queda el plan C el de la Cucaracha. Vivir en un bajo perfil y solo reproducir una nueva generación.

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