Bahía de los Renos. Prólogo Y Capítulo I. Mis Compañeros
Prologo
Cuando Daniel Robledo me pidió que le hiciera el prólogo de su primer libro realmente me sorprendió con su petición.
No obstante accedí por cuanto lo considero a él como un vecino integro y servicial.
El libro Bahía de Los Renos talvez no sea uno de los libros más extensos que uno haya leído.
Pero el mismo, tiene una frescura entre sus relatos, como fotos de un alto contenido de gozo como alegría.
Si usted buscaba un libro para relajarse, distraerse o transportarse a un paraíso perdido, usted por causalidad dio con el libro indicado.
Al leer los primeros párrafos, el lector se encontrará con una historia de una realidad que usted hubiese deseado vivir.
Imagine por un instante estar rodeado por una inmensa paz, pero a la vez que le sucedan hechos simples como asombrosos.
Si usted pensó en un momento que ya conocía toda la tierra, es porque seguramente pensó que ya no había nada más para descubrir. Amigo lector le aseguro que cuando lea cada hoja de este pequeño libro, usted se dará cuenta que una nueva sensación le ha nacido: “ CONOCER BAHÍA DE LOS RENOS”. Federico Antonio Mustapic
Primer Capítulo Mis Compañeros
Cuando me dijeron si quería ir al campo a una cabaña, me quede pensando. Imaginaba un lugar inhóspito, cordillera, piedras y nada de árboles. . Acepte ir por 7 días para probar, ya que debería estar solo y como a mi me gusta hablar, no sabía que haría…
Recuerdo que salimos de Ushuaia, por la ruta 3, al llegar a un aserradero, frente a defensa civil, tomamos por un camino complementario al cual lo acompañaba el bosque, en toda su extensión, calculé un recorrido de 20 Km. Aproximadamente. Al finalizar este tramo el trayecto de esta ruta finalizaba en la Laguna Palacios, donde estaba recalada la lancha que me conduciría a mi destino.
El invierno se iba, los días empezaban alargarse, salimos a navegar alrededor de las 18 horas, por el Lago Fagnano, en poco tiempo el espejo del agua un poco calmo al inicio se enfureció por causa de un viento predominante que es típico en el mismo, el cual hizo crecer las olas a una altura entre 1 y 2 metros. Por causa de este oleaje el bote aminoró la marcha y el viaje que duraba solo 30 minutos, duró 2 horas.
Cuando llegamos a nuestro destino final, la noche se presentó muy cerrada a duras penas nos reconocíamos, con un relieve mínimo podía distinguir la playa y de fondo un bosque…Pensé para mis adentros seguramente, este lugar debe ser un paraíso, al despertarme al día siguiente lo comprobé con mis ojos.
Bahía de los Renos: es una de las tantas bahías que tiene como un gran lago de agua pura cristalina.
Al medio día arranco la lancha con los muchachos y el puestero. Me quede solo con la compañía de dos perros, “El Topo”( una mezcla de pastor alemán y no se que) y “ Gorgo”.
¡Gorgo era un perro de otro planeta tenía varios berrinches con cierto tipo de locuras fenomenales!. No es un perro de raza, a pesar de su tamaño grande, es bien bonito y salvaje, de pelo largo, con un color medio naranja.
Cada vez que la lancha parte Gorgo zambulle en las heladas aguas del lago y persiguiéndolo a nado un par de Km. Hay que estar medio loquito para meterse en el Fagnano a nadar.
El Topo es diferente, hablar del agua para él es algo serio, ni se anima a mojarse las patas. Es miedoso a ella, a tal punto que si la toca con su pata, ya se retira de la costa.
Esperamos mañana publicar otro capítulo. Federico Antonio Mustapic
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