RAZONES DE LAS CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL Y AHORA DE EGIPTO
Uno lee muchos libros sobre consejos bursátiles, o apela al “Pulpo Paul”, y no se que otras yerbas o pócimas mágicas, para conocer lo que pasará en la economía mundial, el efecto domino aún no paró de voltear la última ficha del tablero, la crisis mundial está en ciernes, hasta ahora nadie pagó la gran fiesta de los grandes especuladores, en realidad sí, fue otra vez la clase obrera que depende del pulgar de un gran especulador, si el pulgar está para arriba: PUM para arriba, todo va bien y nadie se queda sin trabajo, pero si el gurú de las bolsas internacionales se levanta atravesado, el pulgar para bajo implicará más de 100.000 despidos en diferentes países, esto es lo que yo llamo la economía globalizada, uno estornudó en la China y en Portugal ya hablan de la gripe de Beijing.
¡No se arranque los pelos! ¡No apele a la religión (o a la economía burguesa, que es lo mismo)! Tiene algo bastante mejor: ¡El libro que anticipó la crisis y describió sus causas cuatro años antes!. Se los comparto porque demuestra la razón de la crisis globalizada y como sigue arrastrando a otros países por causa de los excesivos gastos de las superpotencias para mantener sus standares de vida sin sacrificio de la clase pudiente. Ahora le tocó a EGIPTO, ¿y mañana?, no lo sabemos, puede ser cualquiera...
(…) Ya lo explicamos en el cuarto capítulo: el capitalismo vive de y para la ganancia. Sin ganancia no hay capital, no tiene sentido. Si la tasa de ganancia es elevada, todos los capitalistas invierten, el sistema crece, la desocupación se achica, los salarios suben y todos somos (más o menos) felices. Si la tasa de ganancia es escasa, los capitalistas no invertirán, no importa lo que se haga a su favor. De modo que si uno quiere entender la historia del capitalismo, tiene que seguir la evolución de la tasa de ganancia. (…)
La llegada de Clinton al poder estuvo signada por la situación económica. De ahí el lema con el cual hizo campaña: “es la economía, estúpido”. (…) Tras algunos tropiezos, su mandato comenzó a disfrutar del boom de la “nueva economía”, cuya performance puede observarse en la curva que se alza rápidamente entre 1992 y 1997. Su segundo período, a partir de 1996, se hizo al son de la Macarena bailada al estilo yanqui, es decir, como elefante con tutú, y con el lema “nunca estuvimos tan bien”. El auge de la bolsa, apoyado en las “punto.com”, fue tan poderoso que alcanzó para borrar los “pecados” sexuales del presidente. (…)
Durante un breve período, 1997-1999, la burbuja de la bolsa continuó barriendo la verdad bajo la alfombra. Es menester, entonces, examinar de cerca esta burbuja. La burbuja se reveló luego que su “soporte sólido”, la llamada “nueva economía”, mostró no estar a la altura de las promesas mágicas que había prohijado. ¿Qué era la “nueva economía”? Un supuesto proceso, sostenido por la “nueva tecnología”, básicamente la informática, que se caracterizaba por una extraordinaria expansión, la caída del desempleo y de la inflación, aumento de la productividad y descenso del déficit fiscal. La “nueva economía” era el resultado de innovación tecnológica, cambios en los negocios y una política económica adecuada, es decir, apertura financiera y desregulación laboral. Todo el problema es si esta maravilla realmente existió. No me va a creer, pero tengo un par de amigos yanquis que se tomaron el trabajo de revisar los datos. Harms y Knapp examinaron los indicadores económicos más usuales para el período 1991-2001. Comenzando con el crecimiento del PBI, una tasa de crecimiento anual de 3,01% para esos diez años, se ubica por debajo del 4% de las décadas de 1950 y 1960 (4%) e incluso de la de los ’70 (3,26%). Se encuentra por debajo, también, de la de los ’80 (3,02%). En términos de PBI, la “nueva economía” parece ser, más bien, la continuidad de la decadencia más que el inicio de una nueva era. En términos de crecimiento de la productividad, la nueva economía tiene poco para decir: el 1,81% de crecimiento anual está por encima del 1,38 de la década de los ’80, pero debajo del 1,94% de los ’70 y muy lejos de los ’60 y ’50 (2,84 y 2,80 respectivamente). Comparaciones en torno a salarios y a ingresos familiares dan resultados similares, con el agravante de que las compensaciones no salariales (seguro médico, jubilaciones, etc.) cayeron. Lo que sí se expandió notablemente fueron las deudas personales y familiares. También creció la jornada laboral: los yanquis trabajan 56 horas más que antes, ya que el promedio anual pasó de 1.905 a 1.961. Por el contrario, las remuneraciones a los funcionarios del capital (CEOs y otras yerbas) subieron espectacularmente. Detrás de la “nueva economía” se encontraba, entonces, un fenomenal proceso especulativo bursátil que ya hemos descrito y un macanazo enorme en torno a las ganancias reales de las empresas, asunto que explotó con el caso Enron. Más que “nueva economía”, se trataba de una cuestión bastante más vieja: una burbuja especulativa de esas que gustaba denunciar Keynes. (…) Las burbujas, ya lo sabemos, son cosas frágiles. Brillantes y frágiles. Ambas características estaban presentes en esa era de las fantasías que fueron los ’90 americanos. (…)
Entre 1997 y 2000, mientras la burbuja alcanzó su apogeo con la subida sostenida de la tasa de ganancia financiera, la tasa de ganancia no financiera cayó un 20%. Se trata de un caso claro de desacople entre los valores bursátiles y la economía real. La caída fue violenta: la economía se desaceleró, cayendo la tasa media anual de crecimiento, entre junio de 2000 y junio de 2001, de 5% a -1%, mientras la tasa de aumento de la inversión cayó aún más, de 9% a -5%. Después de haber crecido a una tasa anual del 2%, el empleo cayó a igual velocidad entre el 2000 y el 2003. (…) En ese período se perdieron unos 2,8 millones de empleos. Los gastos en equipos e instalaciones cayeron también. Entre septiembre de 1995 y junio de 2000, el quinquenio dorado de la “nueva economía”, las 4.200 empresas del Nasdaq, el corazón de la “nueva economía”, reportaron ganancias por 145.000 millones de dólares. Entre el primero de julio de 2000 y el 30 de junio de 2001, las pérdidas reconocidas por las mismas compañías llegaron a 148.000 millones de dólares. La “nueva economía” sencillamente no existió……
A una temprana edad mis diez años, vi por primera vez “la máquina del tiempo”, con Rod Taylor, una versión insuperable. En una de las escenas, el protagonista recupera el pasado del futuro al que ha llegado, haciendo girar como si fueran trompos unos anillos que se iluminan y “hablan”. Me pareció un recurso burdo. A uno siempre le parece que la tecnología es algo “complejo”, así que yo hubiera apelado a una máquina bastante más sofisticada para crear el mismo efecto. Sin embargo, no sólo estaba equivocado, porque los modernos “ci-dis” se parecen notablemente a aquellos anillos, sino porque, como creo que decía Asimov, a medida que la tecnología avanza, más se parece a la magia. (…) Deberíamos hacer algo ya, porque este maravilloso vehículo que es el planeta Tierra, marcha con los ojos vendados hacia un abismo sin fondo. Está en nuestras manos cambiar el conductor, antes de que nuestra historia sólo pueda ser rescatada por anillos que puedan parecerle magia a algún viajero del tiempo…
La Cajita Infeliz. Un viaje a través del capitalismo de Eduardo Sartelli
Ediciones ryr, 2005 (Extractos del capítulo X)
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