MEDIOS QUE INFORMAN, EDUCAN Y ANIMAN : www.periodismovecinal.com - www.soluciones.org.ar

jueves, 30 de agosto de 2012

Ovnis en el Lago Fagnano

Capítulo VI
Contactos del Tercer Tipo
Por la tarde acompañado por Gorgo salía a correr por las playas de mi entorno paradisíaco, otras veces se turnaban con el Topo, pero eran las menos. El Topo era de esos perros que les gusta la vida hogareña y como tal se quedaba haciendo la guardia reposando en su cucha, pegada a la cabaña. Cuando regresábamos me pegaba un buen baño, ya preparándome para ir a dormir. Pero no sin antes tomar unos mates acompañado por la radio. También aprovechaba aquellos instantes para meditar o estudiar las enseñanzas bíblicas, me apasionan las cosas espirituales como la espiritualidad y el lugar donde trabajaba era fantástico, como óptimo para mi retiro espiritual.
Una noche salí para enterrar la Yerba Mate, y de pronto todo se iluminó…pensé que era un relámpago, pero de pronto una bola de fuego cayó en la cordillera, parecía estar cerca el lugar del impacto, unos 5 Km. según mis cálculos.
Los perros fueron para ver que era eso, pero volvieron enseguida.
Al otro día me propuse investigar lo acontecido en la noche anterior pero nada hallé, pensé que en Ushuaia seguramente lo habían visto, por cuanto lo escuché en la radio local, ahora lo sorprendente de todo esto fue que al otro día, para la misma hora, y en la misma zona, volvió a caer otra bola de fuego,… quede perplejo, … hasta hoy día para mí fue todo aquello algo misterioso.
Una mañana tuve la visita de Luis Andrade, el matador de toros, con su perro, él, como yo, tenía su refugio a unas 4 horas del lugar, lo ví entre los árboles del bosque, caminando tranquilo y le grite: ¿Cómo anda el matador de toros?, a lo que me responde. ¿Cómo anda paisa?. Para los perros, aquel momento, era todo un acontecimiento, porque teníamos visitas, conocían a nuestra visita como a su fiel compañero. Luis se dedicaba a cazar castores, según me contó, decía tener unas 50 trampas, gracias a él conocí y comí la carne del castor en un guiso de arroz, también degusté la carne de guanaco hecha a la marinera el rebozado le daba un gusto exquisito.
Era común para Andrade en el verano la caza de castores, y juntar sus pieles para cuando llegara el invierno ya que hoy día las pieles de castor las compran en Río Grande.
Con Luis algunas veces acordaban para pasarlo a buscar por Bahía Torito con un bote que tenía, para sacarlo del lugar donde se encontraba. Él les daba unos pesos y a cambio de ese favor los navegantes del bote recibían una retribución monetaria en compensación por los servicios prestados. El traslado era hasta la Laguna Palacios, de donde seguía su itinerario a la capital agrícola industrial así le dicen a la ciudad populosa del norte de la provincia de Tierra del Fuego Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Más luego después de su faena retornaba a Tolhuin, “El corazón de la Isla”.
Una vez lo acompañe a su refugio, el camino para llegar al mismo era de una 4 horas de caminata por el bosque, al arribar al lugar me encontré, con un paisaje muy diferente al cual yo ya estaba acostumbrado en la Bahía de los Renos. Los árboles eran muy altos vi cohíues entre 50 y 60 metros aproximadamente. El paraje donde moraba Luis era una sola masa boscosa, la cual le daba al entorno un tono verde único. A unos 100 metros aproximadamente de su refugio hay un río cuyas aguas tiene tal característica de pureza como limpidez que podría ser la envidia de muchos turistas que vienen de lejanas tierras donde la polución ambiental, es un serio problema.
En dicho lugar solía observarse vacas salvajes, algunas veces la manada supo estar compuesta por unos 80 animales, pero en los últimos años es como que los animales se fueron a otro parte.
No me había dado cuenta de la caminata pero según mi reloj habíamos partido a las 7 y arribamos al lugar alrededor de la 11 de la mañana. Cansados de tanta caminata, Luis hizo un pequeño fuego, puso su pava arriba de las brazas y en unos minutos mate de por medio, con algo para comer, como ser carne en lata, en medio de ese entorno impensable e impagable mi felicidad ya era plena.
Mientras yo disfrutaba de ese paraíso, los perros después de correr todo el trayecto, cansados de la larga caminata, decidieron echarse y dormir una pequeña siesta, para recuperar fuerzas.
Daniel Robledo - Federico Antonio Mustapic.-

No hay comentarios.: