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lunes, 12 de febrero de 2007

El derecho de los niños y ¿el derecho del vecino animal?

Imagino, que lo que voy a contar es algo que ocurre a menudo y que hay quien lo ve tan normal que quizá no tenga mucha importancia, pero creo que ya es hora de que alguien tome cartas en el asunto. Me refiero a los perros que son paseados por sus dueños sin cadena, provocando en ocasiones situaciones muy molestas y dolorosas para los vecinos.
Esta es una historia de las tantas del mundo animal:
Un día común como tantos, regresaba de jugar en la casa de su vecinita, con su muñeca . Iba por una de las calles centrales del Barrio Malvinas , Ushuaia, cuando una bestia peluda --y lo digo consciente de toda la carga peyorativa que tiene la palabra-- se abalanzó sobre la criatura ladrando, como un descosido y mordiéndola, lo cual disparo la alarma canino_vecinal lo que provoco una estampida de bestias salvajes mal educadas y sueltas a divertirse, herir a la niña hasta casi matarla. ¿La causa del hecho?: incumplimiento a las normas más elementales de convivencia entre vecinos, dueños de los animales.

¿Dónde quedo el derecho de una niña para caminar con total libertad por su barrio?.

Tras el susto sangriento, inicial me paré y me pregunté un innumerable rosario de oraciones .

Otro caso :

He buscado al dueño, porque el perro no llevaba cadena pero sí un jersey --muy piola, por cierto--.
El caso es que el dueño estaba unos pasos más atrás haciendo como que no pasaba nada. Esforzándome para que mis palabras no pareciesen fruto de la ofuscación, que lo eran, me he dirigido al dueño del perro y le he dicho que debería llevarlo atado.
"No por mí, que después del susto sé que no me va a hacer nada, sino por si se cruza con algún niño al que pueda asustar. No sea --he añadido-- que entonces quien se enfade sea el padre".
"No, si no hace nada, es que está muy contento de salir a la calle", me ha contestado. Y justo entonces, otro transeunte casi ha perdido el equilibrio tras el salto que ha dado cuando el perro se ha arrojado ladrando a sus pies.
Bueno, que al final el perrito ha seguido su paseo, con su dueño, sin cadena ni nada, ninguno de los dos.
Reconozco que escribo aún presa de la indignación. Pero al margen de lo obvio que es hoy en día que un perro no debe ir suelto por la calle, o que no debe dejar sus excrementos repartidos por el acerado, es una pena que con estas actitudes,
algunos dueños de perros contribuyan a crear una mala imagen de la mayoría de los propietarios. O que muchos niños, y tengo ejemplos cercanos, le tomen miedo a estos animales cuando, "porque se alegran", se abalanzan sobre ellos ladrando, mientras sus dueños ponen cara de póker.

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