ALGUNAS VECES SENTIMOS COSQUILLEOS EN EL ESTÓMAGO ANTES DE LOGRAR UN IMPOSIBLE
El éxtasis o las sensaciones fuertes que aumentan la adrenalina en la sangre cuando somos jóvenes es una constante que a diario leemos en los diversos medios.
Son los jóvenes que baten los records, son los deportistas extremos en un deporte cargado de peligros.
Siendo niño en una oportunidad tuve una sensación, muy impactante.
Recuerdo el momento, era un día radiante imborable
En definitiva llene tanto mi imaginación, mi cerebro, de las sensaciones, que la obsesión me condujo a querer volar. Mi idea parecía alocada, pero mi abuelo tenía un pequeño quincho que se caracterizaba por tener un techo al cual accedía por medio de un horno de ladrillos refractarios trepando por sus paredes hasta llegar al nivel de mi portaviones, el techo del quincho. Sí, es así, yo quería volar a toda costa y mi primera experiencia después del anteproyecto debería realizarla desde un lugar alto para experimentar el poder sustentador del aire por efectos aerodinámicos. Dicho sea de paso mi primera incursión, con experiencias previas de tablero, consistió utilizar gigantescas alas de cartón con un viento monumental como “El Pampero”. Se imaginarán que no volé, pero si sentí un sensación por un instante, la misma que en el sueño.
Pero yo necesitaba urgente un día probar la teoría, en la practica. Exactamente eso fue lo que hice. Por cuanto había observado en una documental un prototipo de mis ideas al ver un paracaídas, hoy el aladeltismo, parapentismo es un perfeccionamiento de las ideas de Da Vinci, obviamente la mía también. Llegó el gran día, ya tenía toda la información solo me faltaba, el material para lograr la experiencia IN SITU de mis ideas, repentinamente mi pequeño cerebro recordó que mis abuelos guardaban un gigantesco paraguas, del cual me apropie sigilosamente para mi gran experiencia de un protoaviador. Tome mi paracaídas, el paraguas de los abuelos, me dirigí al portaviones y le dije a mi hermano que me esperara abajo para recibirme con vítores y aplausos, le comenté que yo correría con los riesgos, carretee sobre el techo del quincho-portaviones y me lance hacia las alturas para descubrir por un instante el efecto de la aerodinámica en picada superando la velocidad Mach 1 por causa de la aceleración de la gravedad al caer en picada libre a la velocidad de un Mirage III.
Termino, no me pasó nada, volé un instante destruí el paraguas, cobré una paliza pero yo logré mi hazaña lo intente y volé sintiendo lo que en mis sueños sentí, cosquilleos en el estómago. Así es nuestra vida conocemos y hablamos de la Fe hoy y todos los días. En lo personal siempre quiero ser el primero en experimentar su poder, todos los días siento los cosquilleos que me producen los milagros. Se que voy a volar por encima de mis dificultades, me sobrepondré y volare por arriba de los nubarrones de la vida porque nací para volar como el cóndor y no para revolcarme en el fango. Querido vecino, busque ser un verdadero Hijo de Dios y encuentre su bendición. Mustapic Federico Antonio.
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