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viernes, 22 de junio de 2007

Ud elige ¿Pueblo o Rey?¿Cambio o lo mismo de siempre?

Gracias G & F por tu aporte.


¡Se vienen las elecciones! Y aquí estamos, a punto de emprender el más improvisado de nuestros viajes: ninguno de los pilotos que pugna por ese puesto parece confiable, pero no nos queda otra que subirnos al avión y esperar que Dios se apiade de nosotros. El actual gobernador , no tendrá el mismo apoyo popular que otros han tenido en la segunda vuelta.
Y la nueva Gobernadora, deberá manejarse con mucho tacto frente a una sociedad impaciente y descreída. No le será sencillo gobernar, las presiones internas y externas serán constantes, y el crédito moral y material le llegará con cuentagotas. Hubiéramos necesitado unos cuantos años más para renovar el plantel de candidatos, replantearnos el rumbo y redefinir nuestro modelo de provincia nueva, pero el tiempo apremia y hay que elegir, ya.
Frente a esa urgencia, incuestionable por cuanto la impone la constitución y sus plazos y no el mero capricho popular, hay algo aún más grave que la falta de buenos candidatos, y es la falta de estructuras políticas capaces de generar buenos candidatos. Ese estilo tan nuestro de “hacer política”, donde no hay más opciones que tener un padrino poderoso o escalar posiciones sobándole la espalda al mandamás de turno, donde la obediencia partidaria está por encima de los principios morales individuales, ya no nos sirve a los ciudadanos ni al país. Es hora de empezar a militar de otra manera. Para que nuestra democracia no se derrumbe, es necesaria una depuración política de abajo hacia arriba, es indispensable que las bases de cada partido sean las que expulsen a los indeseables, a los que persisten en el “pan y circo”, a los que borran con el codo lo que escriben con la mano. La “lealtad” mal entendida debe ser erradicada, nadie le debe lealtad a quien no se la merece y no ha sabido ganársela con transparencia. Denunciar a un compañero o a un correligionario deshonesto no es traición: es la única manera de que la manzana podrida no contamine al resto, es la única forma de diferenciar a los militantes y dirigentes comprometidos de los delincuentes, y de los oportunistas.
Ahora bien, ¿están las bases, en su formato actual, preparadas para una tarea tan ardua? ¿Tienen las bases de nuestros partidos políticos tradicionales la suficiente capacidad como para ELEGIR coherentemente a sus líderes, sin dejarse llevar por arengas populistas, promesas vacías o premios tales como puestitos o subsidios? Seamos honestos: en general, NO. Si las bases tuvieran un mínimo de cultura política y de sentido común, no estaríamos donde estamos. Si las bases no hubieran permitido la llegada al poder de tantos corruptos, si no los hubieran apoyado con su voto en las internas, otro habría sido nuestro destino. En un sistema político donde los cabecillas transan impunemente con propios y ajenos sin temor al control ni al repudio de sus seguidores, es casi imposible corregir desde afuera lo que se apaña desde adentro de las estructuras. Los trapos sucios se lavan en casa, suelen decir los que quieren ocultar la mugre para que nadie se entere de lo que pasa en la intimidad, los que prefieren esconder los trapos sucios en el fondo del canasto para que nadie los vea. El verdadero sentido de esa frase debería ser otro: lavarlos en casa, si, pero hasta que queden limpios, hasta que puedan mostrarse a la vista de todos.
Se habla mucho de que hay que militar. Pero de nada vale militar para hacer bulto y nada más. El desafío del militante, hoy, es educarse, aprender a pensar por cuenta propia, conocer sus derechos y deberes ciudadanos, y mirar más allá de su propio ombligo para descubrir las verdaderas necesidades del país. El desafío del militante, hoy, es no dejarse comprar la conciencia ni el voto y exigirle a sus líderes capacidad y honestidad por partes iguales. Las estructuras sociales se destruyen o se construyen desde adentro, empezando por los cimientos. De nada vale el “que se vayan todos” si no hay gente dispuesta a replantearse el verdadero sentido de la militancia. No se puede esperar que surjan líderes honestos cuando las bases mismas, mal que nos pese, se apoyan en intereses mezquinos.

Pero además de la militancia partidaria, hay otra “militancia” que debemos encarar sin excepción todos los argentinos, aún los que no nos sentimos atraídos por ninguna ideología en particular. Esa otra militancia tiene que ver con conocer lo nuestro, y con buscar alguna forma de participación que nos permita expresarnos, apoyar lo bueno y disentir cuando haga falta. Educar y aprender, interesarse por lo que pasa a nuestro alrededor, aportar ideas o soluciones creativas, vigilar la gestión de los funcionarios públicos más cercanos (concejales, dirigentes barriales) también son formas de hacer política, y no hace falta estar afiliado a ningún partido.
Lo “público” es de todos, y nos incumbe a todos. La justicia, la salud, la educación, son áreas donde el poder político, aprovechándose de la indiferencia o la ignorancia popular, hace y deshace a su antojo, llevado por intereses que poco tienen que ver con el patriotismo.
Aprendamos a ser ciudadanos “full time”, y en lo posible, intelectualmente autónomos, sin jefes ni caciques, para que no nos sigan robando el futuro.

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