No esperes el alerta temprano, puede que ya sea tarde...
En nuestro diario vivir solemos tomar decisiones que dependen de la información que tengamos, algunas de las mismas son incorrectas, pero en definitiva nuestro error depende de la información o percepción de las cosas.
No siempre una crisis, un accidente, un hecho depende de nosotros.
En ciertas situaciones de la vida somos meros espectadores de los eventos.
Pero sí, tenemos que tomar medidas urgentes para evitar males mayores. Son decisiones por las cuales nos debemos definir. Algunas de las mismas no admiten un “ni”, debe ser un “Sí” o “No” y de ésta respuesta dependerá nuestro éxito, una nueva oportunidad, nuestra vida, etc…
En las clases de computación existe una materia por medio de la cual se aprende a desmenuzar un proceso o actividad que el ser humano lleva a cabo para cualquier tarea.
La razón por la cual se hace es para que aprendamos a no darle toda la información a una computadora en un santiamén. A ese sistema de repensar y volcarlo en una hoja por medio de órdenes simples, lo denominamos algoritmos, el cual es un proceso lógico, concensuado, pensado y probado fehacientemente para ocasionar o producir un resultado.
Para que tengamos una idea lo voy a explicar: Normalmente uno hace muchas cosas en forma automática. Pero la computadora necesita que cada paso que se haga, pertenezca a un único camino para la ejecución. Y en caso de ambigüedad tenga una sola repuesta producto de una y solo una contestación que corresponda a un “sí” o un “no” y nunca ambas.
Las respuestas por un “sí” o por un “no” son las dos únicas alternativas que tiene la computadora para comprender. Estas respuestas codificadas pertenecen solo a dos números el “1” o el “0”, por medios de los cuales se creo el sistema binario sobre el cual se ha desarrollado la tecnología de la computación.
Ahora supongamos que al vecino le piden que vaya comentando cada paso que hace para cambiar una goma de un auto cuando ésta se pincho. Usted se dará cuenta que no es tan simple. Veamos: en primer lugar usted debe decir que está conduciendo por la carretera y en un momento determinado usted se percata que existe un ruido extraño, renglón seguido, usted detiene el vehículo, se baja del mismo y lo recorre observando el estado de los neumáticos, en esa observación detecta la veracidad de un hecho: “su auto tiene una goma pinchada”, siguiente paso: usted bloquea el movimiento del vehículo, frenándolo con el freno de mano, caja de cambio y puede incluso que use un taco de madera para trabar alguna de las ruedas. Luego abrirá el baúl, se fijará si tiene un gato, crique, que exista una goma de auxilio, que ésta no esté pinchada, procederá a aflojar las tuercas de la goma desinflada, levantará el chasis del vehículo…y así hasta llevar la goma pinchada a la gomería para que pueda tenerla en el futuro como auxilio.
Y automáticamente surge la pregunta: ¿y todo esto para qué?. Sencillamente para responder a un intríngulis del ¿porque un país sabiendo el peligro potencial de ciertos hechos que son inevitables, no toma los recaudos pertinentes para salvaguardar la vida de sus compatriotas?. Respuesta: Porque el alerta lo da un sistema que depende de un ser humano el cual por naturaleza es imperfecto. Como tal cometerá errores que serán salvables con el correr de los años. Todo se readecuará, mejorará, por medio de los procesos de prueba y error. Aunque se deba pagar con la vida de cientos de miles o posiblemente millones de seres humanos.
Debemos empezar por las cosas simples de la Naturaleza, debemos volver a las fuentes, cuidar nuestro entorno observando a la naturaleza, para recuperar la sensibilidad, a los efectos de detectar en forma temprana todo lo necesario para tomar precauciones y ser así previsores de situaciones desastrosas.
No depender de la información de terceros, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, entre el éxito y el fracaso…
Debemos tener nuestro propio servomecanismo de autoprotección siempre activado y vigilante.
No esperemos al aviso del alerta temprano, puede que sea muy tarde.
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