Vivir sobre una bomba de tiempo

Estar sobre una bomba de tiempo, no es muy común. Pero es lo que en
los últimos tiempos se está dando.
Nadie busca esta posición incómoda, tampoco uno arma la bomba a sabiendas.
Al vecino común le han dado los ingredientes para hacer una mezcla y en la confianza agregó los ingredientes, sin saber que estaba haciendo.
El fundamento de lo ante dicho es la acumulación de un conjunto de inoperancias, desidias. Lo cual deja insatisfecha la necesidad primaria, de urgencia, de una sociedad bien cimentada, planificada.
Vayamos por partes, diría Jack.
Quiero remitirme a situaciones delicadas que tienen que ver con: la garantía de justicia social, igualdad de oportunidades, la no discriminación laboral por el estado del vecino, respeto por el medio ambiente. Estamos hablando sobre acciones políticas coherentes, planificaciones provinciales concatenadas a un proyecto nacional.
Puedo tener los mejores especialistas en todos los rubros necesarios para proyectar, construir un edificio, pero si cada uno trabaja a destiempo, a su manera en forma independiente, desorganizada, la obra no se terminará y el resultado será un gran perjuicio.
No se puede construir un edificio empezando por el techo, como tampoco podemos excavar el suelo sin marcar niveles, sin trazar una ubicación para la construcción sobre el terreno, o delimitar las dimensiones, indicando estas con estacas,… escuadrar, tirar líneas,…Si así se procede o se desconoce la contextura del suelo, sobre el cual se construirá, tendremos a futuro grandes dolores de cabeza.
El porque de tantas explicaciones está fundamentado en notas, información, datos comentarios de vecinos que han vivido y conocen a dos ciudades turísticas de la República Argentina. Me refiero a Bariloche y Ushuaia.
Una de ellas en la provincia de Río Negro y la otra en la de Tierra del Fuego Antártida e Islas del Atlántico Sur. O sea, podemos hablar de dos gobiernos diferentes, dos intendencias, concejos deliberantes distantes, pero se ve que la distancia no evita el contagió del copiar el mismo modelo nefasto de ambas ciudades, una por innovadora, elitista y la otra Ushuaia, por no quedarse atrás, clona la mala planificación de la anterior, aunque esta última sea la más antigua.
Ambas, Bariloche (1902) con 108 años de antigüedad y Ushuaia (1884) a 126 años de su fundación oficial (aunque el primer asentamiento poblacional es anterior), tiene un mal común. No tienen arquitectos, concejales, intendentes con visión de futuro, planificadores, urbanizadores con altos conceptos en lo referente a la vulneración o impacto ambiental.
Todo se ha construido con permisos chambones, sin mirar el paisaje, medio ambiente y el respeto en lo más mínimo a la dignidad o derechos humanos.
En la sociedad se ha creado, fomentado una discriminación, encubierta jurídicamente para ciertos temas que necesitan inversiones, revisiones de mala praxis en forma urgente.
La propaganda política solo invierte en lo menos importante, y lo hace visible como si se tratara de un milagro.
Pero dígame usted si no conoce las siguientes frases pertenecientes a las realidades de su comarca: “Porque están los vecinos de abajo que son los más pudientes en ambas ciudades y los de arriba, los intrusos, okupas, los más abandonados, barrios escondidos, desconocidos, ignorados por la dirigencia política”. Estos vecinos solo conocidos por los políticos en el momento de las elecciones.
Pero no me quiero concentrar en el ninguneo el cual padece el conurbano, porque lo del párrafo anterior eso sabido por todos los vecinos.
Lo que hoy nos preocupa a los vecinos es: “cuando los modelos se repiten sistemáticamente, cuando los edificios se construyen sin el respeto a la más importantes normas antisísmicas.
Casos como el genocidio de Puerto Príncipe, o las diversas muertes en ciudades Chilenas, han demostrado una vez más al mundo, el costo de la corrupción encubierta. Estamos hablando de miles de vida que pagaron las políticas inmorales, podridas, cargadas de dinero mal habido.
Todo ha sido consecuencia por mirar “el lado escuro de la fuerza”, diría una conocida película perteneciente a la saga de “La Guerra de las Galaxias”.
Si se hubiese supervisado el respeto a las reglas más estrictas en materia de normas antisísmicas, jamás estaríamos hoy lamentando semejante cantidad de víctimas en ambos países.