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jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Puede el bosque comunal, transformarse en un proyecto hotelero?

Cuando Ud. contempla y vive el tiempo preelectoral en Ushuaia, se da cuenta que el Gran Mago Harry Houdini, era un poroto al lado de nuestros queridos vecinos solucionadores, IDIOTIKOS que por arte de magia, encuentran ahora, tierras, viviendas, trabajo, planta permanente y demás yerbas que no alcanza el blog para describir, la tipica Sanata Preelectoralista.
Lo interesante de este aporte es que no entiendo como en su momento la Municipalidad tiene para una extensión privilegiada un criterio, que para otros vecinos esta vedado.
Quiero que conozca a la ciudad de Ushuaia, es una ciudad que aplica las leyes, ordenanzas en una forma discriminativa.
Las diligencias en referencia a las leyes, va en armonía, y de acuerdo al vil metal de la corrupción.
Entre la cota 250m y 300m se encuentra una porsión de tierra que fué prometida, reservada para un proyecto Hotelero y que como alguien no aporto las soluciones necesarias quedo sin efecto y es así que Ud se va a encontrar en un paraíso perdido arroyo buena esperanza de por medio de varias Hectareas donde el Municipio miro para otro lado y nada vio cuando se destruía el bosque comunal.
En el año 2000 el Concejo Deliberante de Ushuaia sancionó una ordenanza por la que se crea el Bosque Comunal, que abarca desde el camino al Glaciar Martial hacia el este, puntualmente hasta el Valle de Andorra, abarcando al Cerro Dos Banderas, por lo tanto, diría uno que ocupó ese lugar con anterioridad, que se está violando la ordenanza mencionada. Lamentablemente tengo malas noticias, no es así, porque no se puede declarar a ninguna zona boscosa:bosque comunal en tanto exista un vecino viviendo en el lugar elegido, como para ser espacio de reserva forestal.
De este modo se origina una especie de anomia o de anestesia moral que favorece a los profesionales del camelo y los justifica cuando menos por tres razones. En primer lugar, como el tramposo piensa que todo el mundo incurre de una u otra manera en sanata, no siente contrición ni remordimiento alguno por unos actos que, ante sus ojos, son un simple pecado pequeño. En segundo lugar, puesto que no tiene la intención manifiesta sino tan sólo inconsciente de mentir (y lo inconsciente es aquello que no está porque no deja huellas) insiste en que no puede ser objetivamente sancionado dado que no hace nada malo y nada que la propia víctima no desee que se haga con ella. Y por último, como su sanata se presenta como un discurso serio y considerado, encuentra lógico que él goce de una reputación respetable. ¿Acaso no hay tantas y tantas personas por ahí dispuestas a creerle? Juzga así que toda sanción moral sobre la sanata es improcedente y, en el fondo, está dictada por el resentimiento: quienes lo critican no son más que unos hipócritas y unos envidiosos.

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