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viernes, 6 de mayo de 2011

GRACIAS WILMA POR TU EJEMPLO. LÁSTIMA QUE NOS ACORDAMOS TARDE DE VOS

Hace muchos años (1960) sucedió lo imposible, una mujer con parálisis en una de sus piernas, triunfaba y ganaba 3 medallas de oro contra todo pronóstico posible.

Hoy podría relatar algo más sobre mí, pero decidí compartir algo hermoso sobre el espíritu de lucha de la mujer.
Corría el año 1951, en Clarksville, Estados Unidos. La señora Rudolph no le profesaba lástima a Wilma, la vigésima de veintidós hijos. Aunque la pequeña, de 11 años, padecía de parálisis total en su pierna derecha producto de la poliomielitis, y estaba condenada a vivir en un sillón de ruedas el resto de sus días, la señora Rudolph sabía que su mal podía tener solución.
Ser negro y pobre en Estados Unidos pesa y mucho. Por eso el caminar 25 kilómetros diarios en busca de rehabilitación gratuita. Por eso el caso omiso a las inclemencias del tiempo. Por eso la lucha en busca de una beca estatal cuando el galeno indicó:
- Ya no se puede hacer más, señora Rudolph, Wilma debe de practicar atletismo para fortalecer sus piernas.
Wilma comenzó en el atletismo y se inclinó por las pruebas de velocidad, y tal fue el talento demostrado que en 1956, con solo 16 años, integró el equipo de los Estados Unidos a los Juegos Olímpicos de Melbourne, Australia, y su actuación no pudo ser mejor al ganar la medalla de bronce en el relevo 4x100.

- Verás que para Roma, en 1960, todo te va a salir mejor- le decían todos.
Y llegó 1960, y con el 1960, los Juegos Olímpicos en Roma, capital italiana. Wilma de apenas 20 años, estaba hecha para empeños mayores. La estadounidense de ébano estaba dispuesta a entrar, definitivamente, en la historia del deporte mundial y lo logra: oro en 100 metros planos, oro en 200 metros planos y oro en el relevo 4x100.
Los 3 oros la convierten en tricampeona olímpica y en la primera mujer que gana 3 títulos en ese tipo de eventos; además es bautizada, para siempre, como “La Gacela Negra”.
“La Gacela Negra” es orgullo para sus hermanos, sus pequeños hijos, su madre, pero no así para la comunidad blanca de los Estados Unidos. Muchos “blancos” no concebían que “una negra” pudiera realizar tal hazaña. Aunque le sonreían, internamente deseaban una “hecatombe” para aplastar su figura.

Buscaron y buscaron y “la hecatombe” apareció: Wilma Rudolph, “La Gacela Negra”, la estrella de los Juegos Olímpicos de Roma, fue separada del equipo nacional de atletismo de los Estados Unidos por manifestarse públicamente a favor de los derechos de los negros.
Nadie entendía. La opinión pública mundial se proyectó a favor de la velocista pero nada se pudo hacer. Wilma, con apenas 23 años, se vio lejos de las pistas por el solo hecho de expresarse libremente contra el racismo.
- Tienes buena figura, puede convertirte en modelo.

Y en modelo se convirtió. Su cuerpo, casi perfecto, le pronosticaba un futuro promisorio, pero nuevamente la suerte le dio la espalda. Un accidente automovilístico destruyó su nueva profesión. Sus piernas, las mismas que la llevaron a la gloria olímpica sufrieron 10 intervenciones quirúrgicas, quedando en ellas las cicatrices que ese tipo de tratamiento deja.
El final de “La Gacela Negra” había llegado. No podía correr, no podía modelar, no tenía para la manutención de sus 3 hijos…
Cuentan que un matrimonio paseaba por la quinta avenida de Nueva York y una muchacha de apenas 25 le salió al paso. Llevaba en sus manos 3 medallas con el logotipo de los Juegos Olímpicos de Roma’ 1960:
- ¿Me las compran?
La pareja se detuvo extrañada. El rostro de la chica era familiar, el triste rostro que imploraba clemencia era conocido, pero… ¿De dónde?

- Son las 3 medallas de oro que gané hace 5 años en los Juegos Olímpicos de Roma en 100 y 200 metros planos y en el relevo 4x100. Las vendo para que mis hijos no mueran de hambre. ¿Me las compran?
- ¿Tú eres “La Gacela Negra”?- preguntó el señor sorprendido en extremo.
Wilma no contestó, solo rompió a llorar
Wilma Rudolph, “La Gacela Negra”, falleció el 12 de noviembre de 1994, con solo 54 años, de un cáncer cerebral. Murió en la extrema pobreza, aunque rodeada del cariño de sus hermanos e hijos. En 1996, 2 años después de su partida definitiva, en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Atlanta, los llamados Juegos del Centenario, fue nombrada entre las grandes estrellas del deporte mundial.
Su imagen fue proyectada en el estadio y la reacción de los 100 mil presentes fue ponerse de pie, hacer un minuto de silencio y luego otorgarle una cerrada ovación. Fue el sencillo homenaje que el respetable ofreció a la primera mujer que ganó 3 medallas de oro en unos Juegos Olímpicos y que sufrió las injusticias del racismo estadounidense.
Por: Aldo Luberta Martínez
Fuente: radioviva.com.py

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