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miércoles, 5 de enero de 2011

El mensaje de los perros y sus dueños. ¿Será un mensaje subliminal?. ¿Habrá que educarlos?...

Basta de mirar hacia otro lado, algunos asuntos no tienen disimulo.
Buscando información acerca de alguna idea política con respecto a un tema Tabú como ejemplo la campaña: “anti Glich de perros en las calles”, me encontré que nadie discute o habla sobre esta precisa materia.
Por lo tanto decidí compartir con el vecino las vicisitudes, observaciones, ideas de un sin número de participante de los más diversos estratos sociales como barriales, quiero aclarar que he efectuado una censura por razones obvias por respeto al vecino/a .
Por lo tanto diré que : Es interesante mirar la cara de Poker de los dueños o de los funcionarios, mientras el perro hace. Miran para otro lado con cara de otra cosa cuando el animal se agacha, inclina, en esa actitud en la que cualquier perro pierde su digno porte. Después se van indiferentes ambas partes, sin mirar atrás, mientras la bomba de tiempo está preparada, solo basta que alguien la pise y es realmente como su uno pisara una mina terrestre pero en cámara lenta, donde uno ve como uno de sus miembros se estira más allá de los límites, como si fuera el hombre elástico, de los CUATRO FANTÁSTICOS, o uno que da un vuelta en el aire por la patinada, como si estuviera trabajando para la película : “LA MATRIX”, no esquivando balas como NEO, casualmente.
Por pura curiosidad, me tomé el trabajo de contar los casabobos o distraídos en ciertas cuadras. Los había de todo tipo frescos, viejos, secos, diarreas; de todos los colores, la inconcebible gama de los marrones, verdes, negros y amarillos, con pintitas y sus infinitas permutaciones, combinaciones; algunos ya habían sido detonados, o mejor dicho habían sido pisados. En algunos casos habían provocado al pisar una patinada de esas que uno se asombra y se pregunta : “¿Cómo lo hizo? Porque hay que tener equilibrio para recorrer medio metro y no quebrarse o caerse. En algunos de esos geroglificos no se distinguí el mensaje de las estrellas o se alcanzaba a notar si la persona había sido abducida por alguna nave interplanetaria antes de impactar contra la acera.
Había también inconfundibles huellas, tamaño, y en función de la presión ejercida se deducía que eran huellas de niños. En otros casos la o las persona/as (tal vez anciano, o ciego) habían seguido arrastrando el pié por algunos metros como heridos de bala, por su extraña forma para querer quitarse de encima tamaña alimaña, o como si en vez de el producto digestivo del animal, se hubiera tratado de alguna especie de ungüento o pegamento. Esto ya es harina de otro costal, son técnicas diferentes ya de desesperación.
En total eran más de diez evidencias, claras contundentes de la mala suerte de los vecinos. Claro que esto es un promedio; hay cuadras que, tal vez por el celo higiénico de los encargados o vecinos, permanecen relativamente limpias; pero hay verdaderas cuadras malditas, donde es imposible caminar en línea recta y para andar por ellas hay que zigzaguear como si se tratara de un operativo donde uno esquiba las balas, claro no son balas pero como duelen, huelen cual es la diferencia si estamos hablando de tomar las precauciones pertinentes a atravesar un campo minado.
Calculé que una glich de perro, en los momentos de mayor circulación de la gente, generalmente esto sucede por la tarde o en horarios, no dura intacta más de treinta minutos. Luego pasa a la cadena de distribución.
Y así cada cuadra de las decenas y decenas que tiene esta ciudad turistica pero defecada, que, permítaseme la obviedad, se llama Ushuaia aunque huela a mierda. Deben ser unas cuantas toneladas. Diariamente se renueva la carga. Aquí existen parasitólogos y epidemiólogos tienen una montaña de material sobre la que trabajar. Es más podríamos promosionar un Congreso Internacional para este tipo de profesional que puedan debatir sobre este material exponiendo con PowerPoint las dificultadas de tener la contaminación al borde del pie y como hacer para evitar la epidemia. Por causa de un ciclo biológico ininterrumpido, donde la caca, después de un azaroso camino, que pasa inevitablemente por nuestras ropas, nuestras casas y nuestros pulmones, termina yendo a parar al río, no muy lejos de las tomas de agua de la ciudad. ¡Salud!
Es para preguntarse: ¿será que las conciencias de las gentes no les llegan ni hasta sus propios pies? ¿O, por el contrario, tenemos subliminal conciencia del riesgo inminente y perpetuo y esa es la razón por la que andamos medio cabizbajos?
Dicen que viven en esta ciudad tres perros por cada veinte, diez , cinco no importa cuantas personas son . De los que tienen perro me consta que a este respecto les importa un comino de los restantes. De este grupo extraña la pasividad que tanto permite. Seguramente se incrementará la cantidad de canes, ya que se ven como cosa común vidrieras con perros en pequeñas jaulas, expuestos como si fueran cualquier mercadería. ¿Está de más decir que la vereda de la veterinaria también está toda cagada? Un concejal, sociólogo y un ambientalista ahí, por favor.
No quiero dejar de comentar un caso curioso, el de los que obligan a su perro a bajar el cordón de la vereda para que hagan allí, tal vez pensando que como no es la vereda no es la vía pública. ¡De seguro no piensan en el formidable poder aspersor de las ruedas de los autos cuando arrancan a todo velocidad!
Hay otra gente que pareciera decididamente mala, prueba de los que dejan cagar a su perro en la puerta de una escuela, de una heladería, de un hospital.
Para que no se crea que sólo me impulsa un espíritu crítico, se me ocurren algunas propuestas, que por claridad resumo en tres estrategias políticas , ya que estamos de campaña, bien diferenciadas:
1- La propuesta de la política de la derecha: La ciudad no es para los perros, sino ámbito exclusivamente humano. Prohibamos los perros y se acabó la caca.
2- El sentido de la política social y común: Que cada dueño de perro se haga responsable de la caca del mismo. Que considere a la ciudad como la casa de todos, y la trate como a tal.
3- Nacional y popular sin educación: dejemos todo igual y sigamos pisando.
Como puede notarse, son posiciones extremas. La del medio es francamente revolucionaria.
Quisiera ser justo. Últimamente he visto, con asombro, uno en diez mil, a algún dueño de perro (en rigor han sido siempre dueñas) con la bolsita en la mano, dispuesto a hacerse cargo de las heces de su animal amado. A ellos les agradezco, los considero mis aliados, y son los únicos a quienes no van dirigidas estas palabras. A ellos no los miro mientras limpian, por pudor. Quienes objetan que las bolsitas plásticas son antiecológicas pueden usarlas de papel…
Menciono de paso, para no abrumar, otros aspectos de este tema que merecen consideración por parte de la sociedad; invito a quien quiera a desarrollarlas. Son estas: los interminables ladridos, verdadera monotonía que se suma al estruendo que hace de nuestra ciudad una de las cada vez más ruidosas por causa de esos caños de escape libre, claro nada que ver con el caño de los animales que tienen un silenciador si lo podemos decir así; el que anden por ahí sin regulaciones, perros capaces de vérselas con un jabalí porque los dogos, rotwiler estan de modad aquí también, de los que cada tanto, se las ven con un niño para probar; que tantos perros sean tratados como niños mimados al lado de tantos niños tratados que ni los perros ( pero otros perros ); y tristes etcéteras.
Una última reflexión, para psicólogos: coincidentemente, las bocas de salida del agua de enjuague de la ciudad (las alcantarillas) se encuentran muy cerca en el río de las salidas del verdadero ano de la urbe, las cloacas, de manera que muy pronto sus contenidos se mezclan y ya no se diferencian.
Es decir, se establece un recorrido superior, a cielo abierto, a la vista, olfato y tacto de todos, de la materia fecal de los animales domésticos; y simultáneamente otro inferior, oculto, pudoroso, de la de sus propios dueños.
Si hay completa identidad entre estos dos productos, si se originan de idéntica manera y van a parar al mismo lugar, ¿cuál es el motivo por el que en un caso se toman tantos recaudos para no ver, y en el otro se lo expone crudamente a la opinión pública (y a sus anchos pies)?
Quisiera disculparme por instalar tan desagradable tema. Vecino Tenga cuidado, donde pisa.
Mustapic Federico Antonio

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