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lunes, 19 de marzo de 2012

DEJARÉ DE LADO MIS PARADIGMAS

La mujer o el hombre, buscan sensaciones permanentemente.
Cuando niño jamás tuve una impresión tan fuerte, como aquella cuando tenía 9 años.
Hoy recuerdo un día radiante en la quinta de mis abuelos en el partido de Chacabuco a unos 210 Km aproximadamente sobre la ruta Nº 7 de la provincia de Buenos Aires en la República Argentina.
Deseo compartir esta experiencia porque a más de uno de nosotros nos ha pasado este deseo de sentirnos libres por un instante.
Miraba el cielo y veía suspendidas en el aire a las aves y decía que lindo sería ser como una de ellas, volar, mirar el mundo desde arriba, como seguramente ellas lo hacen.
Me preguntaba: ¿Quién las sustentaba así, de esa forma en el aire?, después de mirarlas una y otra vez, la retina de mis ojos se llenó tanto de ese hecho mágico, e increíble para mi pequeña razón.
Las consecuencias de tantas sensaciones fue que varias veces volé en mis sueños, lloraba cuando me despertaba, porque yo quería volar. Decía déjenme volar.
Con mis pocos años, yo no sabía nada de aerodinámica y menos de las leyes de los fluidos como la ecuación de Bernoulli.
Pero lo cierto es que las consecuencias de dichos sueños fueron terribles, ya que los mismos me indicaban que yo era un cóndor, pero las circunstancias querían doblegarme para que me comportara como un cerdo.
En definitiva llene tanto mi imaginación, mi cerebro, de las sensaciones, que la obsesión me condujo a querer volar.
Ahora relaciono lo anterior con aquel día radiante de los primeros párrafos de este otro nuevo y pequeño aporte para motivarnos.
Mi idea parecía alocada, pero mi abuelo tenía un pequeño quincho que se caracterizaba por tener un techo al cual accedía por medio de un horno de ladrillos refractarios trepando por sus paredes hasta llegar al nivel de mi portaviones, el techo del quincho.
Sí, es así, yo quería volar a toda costa y mi primera experiencia después del anteproyecto debería realizarla desde un lugar alto para experimentar el poder sustentador del aire por efectos aerodinámicos.
Dicho sea de paso mi primera incursión, con experiencias previas de tablero, consistió utilizar gigantescas alas de cartón con un viento monumental como “El Pampero”. Se imaginarán que no volé, pero si sentí un sensación por un instante, la misma que en el sueño.
Pero yo necesitaba urgente un día probar la teoría, en la practica. Exactamente eso fue lo que hice. Por cuanto había observado en una documental un prototipo de mis ideas al ver un paracaídas, hoy el aladeltismo, parapentismo es un perfeccionamiento de las ideas de Da Vinci, obviamente la mía también.
Llegó el gran día, ya tenía toda la información solo me faltaba, el material para lograr la experiencia IN SITU de mis ideas, repentinamente mi pequeño cerebro recordó que mis abuelos guardaban un gigantesco paraguas, del cual me apropie sigilosamente para mi gran experiencia de un protoaviador.
Tome mi paracaídas, el paraguas de los abuelos, me dirigí al portaviones y le dije a mi hermano que me esperara abajo para recibirme con vítores y aplausos, le dije que yo correría con los riesgos, carretee sobre el techo del quincho-portaviones y me lance hacia las alturas para descubrir por un instante el efecto de la aerodinámica en picada superando la velocidad Mach 1 por causa de la aceleración de la gravedad al caer en picada libre a la velocidad de un Mirage III.
Termino, no me pasó nada, volé un instante destruí el paraguas, cobré una paliza pero yo logré mi hazaña lo intente y volé sintiendo lo que en mis sueños sentí, cosquilleos en el estómago.
Así es nuestra vida conocemos y hablamos de la Fe hoy y todos los días. En lo personal siempre quiero ser el primero en experimentar su poder, todos los días siento los cosquilleos que me producen los milagros.
Se que voy a volar por encima de mis dificultades, me sobrepondré y volare por arriba de los nubarrones de la vida porque nací para volar como el cóndor y no para revolcarme en el fango.
Querido vecino, busque ser un verdadero Hijo de Dios y encuentre su bendición.
Mustapic Federico Antonio.

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